divendres, 20 d’agost del 2010
diumenge, 27 de juny del 2010
Una entrevista a ‘La Vanguardia’
“Mi novela refleja una realidad transnacional”
El mejor elogio que el autor ha recibido de su libro, dice, es la frase “no quería que se acabara”. Maletes perdudes (Empúries) fue la obra galardonada con el X Premi Llibreter en su nueva categoría de Literatura Catalana. En palabras del jurado, “una decisión unánime y un reconocimiento merecido” a la primera novela de Jordi Puntí (Manlleu, 1967), una mezcla de humor y tragedia “que con el tiempo ha tomado vida propia”. En ella el autor narra la búsqueda de un mismo padre, Gabriel Delacruz, por parte de cuatro hijos (Christof, Christophe, Christopher y Cristòfol) de madres diferentes a los que abandonó cuando eran pequeños.
-¿Qué virtud tiene este premio que no tengan otros?
-Que te lo den los libreros comporta algo que para mi es esencial: el reconocimiento de la profesión y el respeto a la figura del librero como primer lector. Una condición que para ellos es un privilegio y una responsabilidad. Cuando son ellos quienes te aplauden es de agradecer, claro.
-¿Usted tiene librero de cabecera?
-Tengo varios. Uno de ellos es internet ¿eh? pero como viajo mucho tengo uno en cada lado: en Barcelona varios, en Manlleu otro, en Vic otro. Además soy curioso y acabo apareciendo en tres librerías el mismo día, tienen los mismos libros, lo sé, pero siempre acabo encontrando algo distinto.
-¿Se puede vivir de escribir?
-De escribir, sí, pero si cuentas todas las posibilidades: escribir artículos, cuentos, reportajes y libros. A menudo echo en falta que las revistas encarguen más artículos a escritores. Para muchos es un modus vivendi importante, y entre nosotros no abunda.
-De sus tres facetas: traductor, periodista y escritor ¿cuál le ha hecho más feliz?
-La de escritor, sin duda. Es la más personal pero también te dejas más la piel, te la juegas...
-Maletes perdudes tiene un argumento muy contemporáneo: hijos de diversos orígenes... ¿eso ha aumentado su público potencial?
-Yo espero que sí. No es intencionado, nunca pensé “así llegarás a más gente”, sencillamente quise reflejar una realidad. Una realidad incluso transnacional —siguiendo la idea del camión de transporte— una realidad que afecta a mucha gente.
-¿A qué idiomas se ha traducido?
-Ahora se está traduciendo al francés y al alemán, al portugués, al holandés... Estamos notando que hay una muy buena recepción. Está cristalizando la idea a la que yo quería llegar: que es una novela europea.
-¿Qué tipo de e-mails le envían sus admiradores?
-¡Extraordinarios! Un amigo me envió incluso una foto de un camionero, en una área de servicio, leyendo mi libro. Otra revista de camioneros quieren hacerme una entrevista... Y el otro día me ocurrió una cosa excepcional: una chica me dijo que había asistido a una cena de amigos donde todos los comensales empezaron a hablar a la vez. Una de ellas les interrumpió diciendo “¡hostia! ¡ya parecemos los Christophers!”.
-Un guiño que usted debe agradecer.
-Claro, porque no sólo significa que todos han leído el libro sino que, además, entienden la red de complicidades que teje.
-¿Qué futuro le espera a la literatura en catalán?
-Yo creo que el que queramos. Para entendernos: los textos existirán. El futuro será el que los políticos, libreros y lectores quieran. Si desean que continúe lo hará, porque de ganas de explicar historias y gente que quiere hacerlo tenemos. Y pienso que la calidad es muy alta. Cómo se vaya a resolver depende de una solución política.
-Usted cursó Filología Románica, que a ojos de muchos universitarios de hoy es una auténtica rareza.
-Sí, sí, realmente es inusual. Yo estudié Filología Románica Medieval porque era la vía que te daba más posibilidades de escoger otras optativas. Al mismo tiempo podía hacer “literatura catalana contemporánea” o “francesa del siglo XVIII”. Me atraía la idea de hacer cosas distintas y mantener la perspectiva europea.
-En su sector, ¿qué encuentra más: competencia o complicidad?
-Eso es muy puñetero: cincuenta por ciento de cada cosa. Yo creo que el escritor está solo. Cuando presentas un libro no hay nada que valga, tienes un libro y ahí vas... tu puedes tener mil complicidades con otros escritores pero el texto es el que manda. Pero si salimos estrictamente de la “corona de escritores” entonces sí encuentras muchas complicidades: libreros, lectores, mercado...
-¿Y en el núcleo duro?
-Allí encuentras muchas complicidades que debes buscar inevitablemente,para nos sentirte solo, pero también mucha competitividad, para qué negarlo.
-¿En qué anda metido ahora?
-Estoy recopilando una serie de artículos de la serie “Els castellans” que hice para L’Avenç.
-¿Alguna pista del próximo libro?
-Sólo una: será una biografía novelada pero aún no puedo decir de quién es.
© Núria Escur, La Vanguardia, 23 de juny del 2010.
El mejor elogio que el autor ha recibido de su libro, dice, es la frase “no quería que se acabara”. Maletes perdudes (Empúries) fue la obra galardonada con el X Premi Llibreter en su nueva categoría de Literatura Catalana. En palabras del jurado, “una decisión unánime y un reconocimiento merecido” a la primera novela de Jordi Puntí (Manlleu, 1967), una mezcla de humor y tragedia “que con el tiempo ha tomado vida propia”. En ella el autor narra la búsqueda de un mismo padre, Gabriel Delacruz, por parte de cuatro hijos (Christof, Christophe, Christopher y Cristòfol) de madres diferentes a los que abandonó cuando eran pequeños.
-¿Qué virtud tiene este premio que no tengan otros?
-Que te lo den los libreros comporta algo que para mi es esencial: el reconocimiento de la profesión y el respeto a la figura del librero como primer lector. Una condición que para ellos es un privilegio y una responsabilidad. Cuando son ellos quienes te aplauden es de agradecer, claro.
-¿Usted tiene librero de cabecera?
-Tengo varios. Uno de ellos es internet ¿eh? pero como viajo mucho tengo uno en cada lado: en Barcelona varios, en Manlleu otro, en Vic otro. Además soy curioso y acabo apareciendo en tres librerías el mismo día, tienen los mismos libros, lo sé, pero siempre acabo encontrando algo distinto.
-¿Se puede vivir de escribir?
-De escribir, sí, pero si cuentas todas las posibilidades: escribir artículos, cuentos, reportajes y libros. A menudo echo en falta que las revistas encarguen más artículos a escritores. Para muchos es un modus vivendi importante, y entre nosotros no abunda.
-De sus tres facetas: traductor, periodista y escritor ¿cuál le ha hecho más feliz?
-La de escritor, sin duda. Es la más personal pero también te dejas más la piel, te la juegas...
-Maletes perdudes tiene un argumento muy contemporáneo: hijos de diversos orígenes... ¿eso ha aumentado su público potencial?
-Yo espero que sí. No es intencionado, nunca pensé “así llegarás a más gente”, sencillamente quise reflejar una realidad. Una realidad incluso transnacional —siguiendo la idea del camión de transporte— una realidad que afecta a mucha gente.
-¿A qué idiomas se ha traducido?
-Ahora se está traduciendo al francés y al alemán, al portugués, al holandés... Estamos notando que hay una muy buena recepción. Está cristalizando la idea a la que yo quería llegar: que es una novela europea.
-¿Qué tipo de e-mails le envían sus admiradores?
-¡Extraordinarios! Un amigo me envió incluso una foto de un camionero, en una área de servicio, leyendo mi libro. Otra revista de camioneros quieren hacerme una entrevista... Y el otro día me ocurrió una cosa excepcional: una chica me dijo que había asistido a una cena de amigos donde todos los comensales empezaron a hablar a la vez. Una de ellas les interrumpió diciendo “¡hostia! ¡ya parecemos los Christophers!”.
-Un guiño que usted debe agradecer.
-Claro, porque no sólo significa que todos han leído el libro sino que, además, entienden la red de complicidades que teje.
-¿Qué futuro le espera a la literatura en catalán?
-Yo creo que el que queramos. Para entendernos: los textos existirán. El futuro será el que los políticos, libreros y lectores quieran. Si desean que continúe lo hará, porque de ganas de explicar historias y gente que quiere hacerlo tenemos. Y pienso que la calidad es muy alta. Cómo se vaya a resolver depende de una solución política.
-Usted cursó Filología Románica, que a ojos de muchos universitarios de hoy es una auténtica rareza.
-Sí, sí, realmente es inusual. Yo estudié Filología Románica Medieval porque era la vía que te daba más posibilidades de escoger otras optativas. Al mismo tiempo podía hacer “literatura catalana contemporánea” o “francesa del siglo XVIII”. Me atraía la idea de hacer cosas distintas y mantener la perspectiva europea.
-En su sector, ¿qué encuentra más: competencia o complicidad?
-Eso es muy puñetero: cincuenta por ciento de cada cosa. Yo creo que el escritor está solo. Cuando presentas un libro no hay nada que valga, tienes un libro y ahí vas... tu puedes tener mil complicidades con otros escritores pero el texto es el que manda. Pero si salimos estrictamente de la “corona de escritores” entonces sí encuentras muchas complicidades: libreros, lectores, mercado...
-¿Y en el núcleo duro?
-Allí encuentras muchas complicidades que debes buscar inevitablemente,para nos sentirte solo, pero también mucha competitividad, para qué negarlo.
-¿En qué anda metido ahora?
-Estoy recopilando una serie de artículos de la serie “Els castellans” que hice para L’Avenç.
-¿Alguna pista del próximo libro?
-Sólo una: será una biografía novelada pero aún no puedo decir de quién es.
© Núria Escur, La Vanguardia, 23 de juny del 2010.
dissabte, 26 de juny del 2010
Una entrevista a la web d'El Cultural
“El éxito de Maletas perdidas debe mucho al entusiasmo de los libreros”
El escritor de Manlleu, Jordi Puntí, tiene a sus cristóbales revolucionados: cuatro hermanos separados y reencontrados a la búsqueda de un padre perdido que protagonizan Maletas perdidas (Empúries/Salamandra). La novela que revolucionó el último Sant Jordi acaba de alzarse con el premio Llibreter que otorgan los libreros catalanes a obra ya publicada en la categoría, nueva este año, de Literatura catalana. Los otros galardones han destacado a la norteamericana Elizabeth Strout, por Olive Kitteridge (Edicions de 1984/El Aleph), y al taiwanés Jimmy Liao por el álbum ilustrado La noche estrellada (Barbara Fiore Editora). El cuentista Puntí desea que el éxito de su paso a la novela tenga que ver con la implicación completa del lector en la peripecia de los cristóbales.
P.- Premio de los libreros y a obra publicada. Menudo honor, ¿no? ¿Andan los cristóbales contentos?
R.- Bueno, los cristóbales están que se salen y no paran de dar las gracias en sus lenguas. Gràcies! Merci! Danke! Thank you! Los libreros tienen un privilegio que es a su vez una responsabilidad: la de ser el primer lector de un libro. Por ellos, pues, pasan las primeras reacciones. El hecho que los libreros catalanes decidan recomendar Maletas perdidas es todo un honor. De alguna forma, es como si me traspasaran el privilegio.
P.- El premio Llibreter se concede para dar a “conocer a los lectores una obra que pese a su calidad literaria está pasando desapercibida”. No es exactamente su caso, ¿no? Las Maletas van como un tiro...
R.- Los miembros del jurado aclararon este detalle en la entrega del premio. Es cierto que Maletes perdudes no está pasando desapercibida, pero en la primera reunión del jurado -antes de Sant Jordi- ya se notó un cierto consenso. Yo me digo que si tuvo éxito por Sant Jordi fue gracias a la complicidad y el entusiasmo de los propios libreros, que la recomendaron mucho, y luego al boca-oreja (y no el boca a boca). En cierta forma, pues, es como si los efectos del premio se notaran antes del mismo.
P.- Y es la primera vez que se otorga bajo la modalidad de Literatura catalana. Eche piedras contra su propio tejado y de paso recomiéndenos: ¿a qué otros títulos catalanes recientes hubiera reconocido?
R.- Es complicado, porque el nivel es alto y seguro que me dejo a alguien. Pero si tomamos, por ejemplo, los libros que han aparecido este 2010, yo recomendaría La casa de gel, de Joan Pons; No hi ha terceres persones, cuentos de Empar Moliner, o la novela Bulevard dels francesos, de Ferran Torrent o el ensayo de Matthew Tree, Negre de merda.
P.- Ahora que, dicen, renace el cuento como género, un cuentista como Jordi Puntí triunfa con su primera novela. ¿Qué ocurrió?
R.- No estoy comprometido con ningún género. De hecho, pienso que cada historia tiene su forma ideal —ya sea cuento o novela— y hay que encontrar la mejor manera de contarla. De todos modos, tengo que admitir que los últimos cuentos que escribí en Animales tristes se alargaban peligrosamente, me costaba controlarlos, y creo que en algún caso ya se acercaban a la novela breve.
P.- Maletas perdidas cuenta una historia de aventuras, de búsqueda de identidad y conocimiento. “Una novela de caballerías”, la definió. ¿La han tomado así los lectores? ¿Qué sabe de su recepción?
R.- Creo que en algunos casos sí la han tomado como una novela de aventuras. La intención es que la novela tenga distintos niveles de lectura: el puro entretenimiento, pero también la reflexión. Cada lector se hace suyas las historias y decide cuales son las que le gustan más. En cuanto a la recepción, lo que más me gusta es cuando algún lector me dice: “Me habría gustado que no terminara nunca”, o también que se sentía muy cercano a los personajes. Me gusta la idea de que el lector se convierta en un cristóbal más, en uno de los hermanos que quiere saber más cosas de su padre. De aquí el narrador en plural: cuando lees nosotros, formas parte del grupo, del club de los cristóbales.
P.- Le veo muy activo en facebook con su perfil de Maletes perdudes. ¿Promoción o diversión?
R.- Bueno, no soy yo quien está en Facebook, sino los cristóbales. La cosa empezó como un medio de promoción, pero se ha vuelto una diversión. Cuando Francia quedó eliminada del Mundial, por ejemplo, Christophe escribió que su selección era una panda de impostores. Cada uno dice lo que le da la gana y además señalan películas, canciones u otros cristóbales que tengan que ver con Maletas perdidas. Es divertido, sí..
P.- Premio de los libreros y a obra publicada. Menudo honor, ¿no? ¿Andan los cristóbales contentos?
R.- Bueno, los cristóbales están que se salen y no paran de dar las gracias en sus lenguas. Gràcies! Merci! Danke! Thank you! Los libreros tienen un privilegio que es a su vez una responsabilidad: la de ser el primer lector de un libro. Por ellos, pues, pasan las primeras reacciones. El hecho que los libreros catalanes decidan recomendar Maletas perdidas es todo un honor. De alguna forma, es como si me traspasaran el privilegio.
P.- El premio Llibreter se concede para dar a “conocer a los lectores una obra que pese a su calidad literaria está pasando desapercibida”. No es exactamente su caso, ¿no? Las Maletas van como un tiro...
R.- Los miembros del jurado aclararon este detalle en la entrega del premio. Es cierto que Maletes perdudes no está pasando desapercibida, pero en la primera reunión del jurado -antes de Sant Jordi- ya se notó un cierto consenso. Yo me digo que si tuvo éxito por Sant Jordi fue gracias a la complicidad y el entusiasmo de los propios libreros, que la recomendaron mucho, y luego al boca-oreja (y no el boca a boca). En cierta forma, pues, es como si los efectos del premio se notaran antes del mismo.
P.- Y es la primera vez que se otorga bajo la modalidad de Literatura catalana. Eche piedras contra su propio tejado y de paso recomiéndenos: ¿a qué otros títulos catalanes recientes hubiera reconocido?
R.- Es complicado, porque el nivel es alto y seguro que me dejo a alguien. Pero si tomamos, por ejemplo, los libros que han aparecido este 2010, yo recomendaría La casa de gel, de Joan Pons; No hi ha terceres persones, cuentos de Empar Moliner, o la novela Bulevard dels francesos, de Ferran Torrent o el ensayo de Matthew Tree, Negre de merda.
P.- Ahora que, dicen, renace el cuento como género, un cuentista como Jordi Puntí triunfa con su primera novela. ¿Qué ocurrió?
R.- No estoy comprometido con ningún género. De hecho, pienso que cada historia tiene su forma ideal —ya sea cuento o novela— y hay que encontrar la mejor manera de contarla. De todos modos, tengo que admitir que los últimos cuentos que escribí en Animales tristes se alargaban peligrosamente, me costaba controlarlos, y creo que en algún caso ya se acercaban a la novela breve.
P.- Maletas perdidas cuenta una historia de aventuras, de búsqueda de identidad y conocimiento. “Una novela de caballerías”, la definió. ¿La han tomado así los lectores? ¿Qué sabe de su recepción?
R.- Creo que en algunos casos sí la han tomado como una novela de aventuras. La intención es que la novela tenga distintos niveles de lectura: el puro entretenimiento, pero también la reflexión. Cada lector se hace suyas las historias y decide cuales son las que le gustan más. En cuanto a la recepción, lo que más me gusta es cuando algún lector me dice: “Me habría gustado que no terminara nunca”, o también que se sentía muy cercano a los personajes. Me gusta la idea de que el lector se convierta en un cristóbal más, en uno de los hermanos que quiere saber más cosas de su padre. De aquí el narrador en plural: cuando lees nosotros, formas parte del grupo, del club de los cristóbales.
P.- Le veo muy activo en facebook con su perfil de Maletes perdudes. ¿Promoción o diversión?
R.- Bueno, no soy yo quien está en Facebook, sino los cristóbales. La cosa empezó como un medio de promoción, pero se ha vuelto una diversión. Cuando Francia quedó eliminada del Mundial, por ejemplo, Christophe escribió que su selección era una panda de impostores. Cada uno dice lo que le da la gana y además señalan películas, canciones u otros cristóbales que tengan que ver con Maletas perdidas. Es divertido, sí..
© Daniel Arjona, El Cultural. Edició digital.
divendres, 25 de juny del 2010
Amb Elizabeth Strout
El recull de narracions Olive Kitteridge (Edicions de 1984) de l’escriptora nord-americana Elizabeth Strout, va merèixer fa uns dies el premi Llibreter 2010 en la categoria de literatura estrangera. Quinze dies abans, Jordi Puntí va coincidir amb Elizabeth Strout al Festival de Narrativa de Zagreb, a Croàcia. Aquesta foto, feta durant una recepció a l’ajuntament de Rijeka, és del dia en què els van comunicar a tots dos que havien estat guanyadors.
© Martina Kenji
dijous, 24 de juny del 2010
dimecres, 23 de juny del 2010
Premi Llibreter!
Ahir el Gremi de Llibreters de Catalunya va fer públic que Maletes perdudes, de Jordi Puntí, ha guanyat el premi Llibreter 2010, en la categoria de Literatura Catalana.
Aquí teniu un moment de la roda de premsa.
Aquí teniu un moment de la roda de premsa.
Si voleu més informació del premi, podeu consultar la informació de Vilaweb...
Jordi Puntí i les seves maletes perdudes
dilluns, 24 de maig del 2010
Una ressenya al blog de “L’home cactus”
“Van passar tres hores, no exagero, durant les quals en Gabriel va plorar amb tots els registres possibles, com si així pogués resumir la seva vida al costat d’en Bundó. Va bramar com una criatura de bolquers que reclama el pit. Va plorar amb les llàgrimes de cocodril del nen que fa una marranada. Va plorar com un adolescent, somicant per les penes d’amor, i com un adult que s’empassa les llàgrimes i simula un refredat. Va plorar com es plora als cines, veient un drama en la foscor, i com es plora en un camp de futbol, a la vista de tothom quan el teu equip perd una final. (...)
”Van passar tres hores, dic. Si hagués recollit totes aquelles llàgrimes, les hagués dessecat i n’hagués extret la sal, hauria pogut condimentar per sempre més els àpats de la seva vida.
”La Rita continuava al seu costat. Feia molta estona que ella també s’havia posat a plorar (...). Aquell racó de la plaça Adrià era una vall de llàgrimes, un llagrimòdrom.”
Després de tres llibres de narracions, Jordi Puntí publica una novel·la, el projecte de la qual va rebre el 2003 el Premi Octavi Pellissa. Han estat, doncs, set anys ben bons de feina fins que ha arribat a les mans dels lectors Maletes perdudes. Al llarg de quatre-centes cinquanta pàgines, Puntí ens hipnotitza amb la història, o més aviat les històries, molt ben travades, de quatre germans, nascuts de mares diferents i en ciutats europees diverses, que busquen el pare desaparegut.
Pel que fa als personatges, el trio format per en Gabriel, en Bundó i en Petroli, camioners d’una empresa de mudances, esdevé entranyable, com ho poden ser els germans Torres de Gràcies per la propina de Ferran Torrent o el Mariano de Figures de calidoscopi de Ramon Solsona. També cal valorar les creacions del senyor Casellas o la senyora Rifà. Els quatre germans, en canvi, queden una mica desdibuixats; de fet, a bona part de la novel·la adopten una veu única per narrar-nos les peripècies del pare.
Per altra banda, el motiu de les maletes perdudes és una gran troballa i dóna al relat uns aires de novel·la picaresca. Serveix, a més, per crear complicitats entre els personatges. Una maleta perduda farà que en Gabriel i la Rita es coneguin i acabin descobrint l’afició que tenen en comú d’apropiar-se de maletes d’altri. A Maletes perdudes hi ha bones històries i grans moments, com el del llagrimòdrom que he transcrit al començament d’aquesta ressenya o el de la noia que, sota els efectes de l’LSD, cavalca tota nua un pura sang per la coberta d’un ferri que creua el Canal de la Mànega. L’únic però: l’episodi del rescat del pare, que m’ha semblat massa naïf, com de fireta. Finalment, Maletes perdudes acaba essent, com apunta Puntí en aquesta entrevista a Sies.tv, un llibre que “explica la Barcelona dels anys 70 i el contrast amb Europa”.
Si voleu seguir el blog de L’home cactus: aquí.
”Van passar tres hores, dic. Si hagués recollit totes aquelles llàgrimes, les hagués dessecat i n’hagués extret la sal, hauria pogut condimentar per sempre més els àpats de la seva vida.
”La Rita continuava al seu costat. Feia molta estona que ella també s’havia posat a plorar (...). Aquell racó de la plaça Adrià era una vall de llàgrimes, un llagrimòdrom.”
Després de tres llibres de narracions, Jordi Puntí publica una novel·la, el projecte de la qual va rebre el 2003 el Premi Octavi Pellissa. Han estat, doncs, set anys ben bons de feina fins que ha arribat a les mans dels lectors Maletes perdudes. Al llarg de quatre-centes cinquanta pàgines, Puntí ens hipnotitza amb la història, o més aviat les històries, molt ben travades, de quatre germans, nascuts de mares diferents i en ciutats europees diverses, que busquen el pare desaparegut.
Pel que fa als personatges, el trio format per en Gabriel, en Bundó i en Petroli, camioners d’una empresa de mudances, esdevé entranyable, com ho poden ser els germans Torres de Gràcies per la propina de Ferran Torrent o el Mariano de Figures de calidoscopi de Ramon Solsona. També cal valorar les creacions del senyor Casellas o la senyora Rifà. Els quatre germans, en canvi, queden una mica desdibuixats; de fet, a bona part de la novel·la adopten una veu única per narrar-nos les peripècies del pare.
Per altra banda, el motiu de les maletes perdudes és una gran troballa i dóna al relat uns aires de novel·la picaresca. Serveix, a més, per crear complicitats entre els personatges. Una maleta perduda farà que en Gabriel i la Rita es coneguin i acabin descobrint l’afició que tenen en comú d’apropiar-se de maletes d’altri. A Maletes perdudes hi ha bones històries i grans moments, com el del llagrimòdrom que he transcrit al començament d’aquesta ressenya o el de la noia que, sota els efectes de l’LSD, cavalca tota nua un pura sang per la coberta d’un ferri que creua el Canal de la Mànega. L’únic però: l’episodi del rescat del pare, que m’ha semblat massa naïf, com de fireta. Finalment, Maletes perdudes acaba essent, com apunta Puntí en aquesta entrevista a Sies.tv, un llibre que “explica la Barcelona dels anys 70 i el contrast amb Europa”.
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